Viajes en
avión y el buceo
Los barotraumatismos del oído se
deben frecuentemente a los cambios de altura bruscos y a la
práctica de deportes como el buceo. A nivel
del mar, la presión es
de 760 mmHg y a mayor altura ésta disminuye, de forma que
si en el intervalo de ascenso el tiempo de
adaptación para equilibrar la presión interior del
oído resultara insuficiente, se podría producir un
barotraumatismo del oído medio.
En los viajes
aéreos, sufren mayor riesgo quienes se
encuentran dormidos durante el descenso del avión, quienes
no están habituados a volar, y las personas que padecen
catarros rinofaríngeos, alergias y congestiones. En estos
casos, la permeabilidad de la trompa se ve disminuida.
Algo similar ocurre entre los submarinistas, aunque en
su caso se deben adaptar al agua, cuya
presión es mucho más rigurosa que en la superficie,
hasta el punto de poder provocar
la rotura de la membrana timpánica, con la consiguiente
penetración de líquido en el interior del
oído y la disrupción del laberinto debido a la
temperatura
del agua. El resultado podría ser fatal para el
submarinista: la desorientación en el fondo
marino.
Cuidado con la
limpieza brusca
Una forma muy especial de barotraumatismo es la que
accidentalmente se produce cuando se efectúa la limpieza
de los conductos auditivos. Éstos son sinuosos tapizados
por unas glándulas que segregan una sustancia cérea
(el cerumen) que, en ocasiones, puede acumularse en su interior
hasta llegar a taponar el oído. De hecho, hay personas que
deben efectuar la limpieza con cierta frecuencia para impedir que
el cerumen se endurezca y forme un verdadero bloqueo, aunque las
molestias se limitan normalmente a la sensación de
oír con menos agudeza de lo habitual.
Para ablandar estos tapones, se suministran unas gotas
que se comercializan en farmacias, o, simplemente, se instila
poco de aceite de
oliva — algo que no recomendamos, ya que puede resultar en
infecciones. Ya una vez reblandecido el tapón, se inyecta
agua templada con una jeringa especial, que elimina los restos de
cerumen. Esta operación requiere, por su complejidad, que
la lleve a cabo un médico, ya que si la inyección
del agua se produce con una presión excesiva se puede
dañar el tímpano e, incluso, romperlo —
complicación muy frecuente, aun en manos
expertas.
El oído, un
aparato complejo
El conducto auditivo externo proyecta las ondas sonoras
sobre el tímpano, donde se registra la primera
vibración auditiva. A través de la cadena de
huesecillos del oído medio, esta ondulación activa
un delicado mecanismo que estimula las células
acústicas, donde se produce la conversión de la
energía de la presión en otra forma de
energía que se transmite por el nervio acústico al
cerebro.
El origen de la sensación acústica
está ligado a la actividad de los sistemas de
transmisión y percepción
de los sonidos, situados en el oído. El aparato de
transmisión conduce la energía sonora a las
estructuras
del oído interno, de tal forma que la hacen receptiva para
estimular las terminaciones neurales.
Este sistema de
transmisión está constituido por el pabellón
de la oreja y el conducto auditivo externo, que, en conjunto,
forman un embudo que incrementa la vibración sonora.
Haciendo que cuando ésta llega a la membrana
timpánica, su intensidad es doble de la que fuera en el
pabellón auricular.
Por otra parte, para que la membrana timpánica
vibre con soltura y precisión y, a su vez, transmita la
onda a la cadena de huesecillos, es preciso que la presión
a un lado y otro del tímpano esté
equilibrada.
No hay que olvidar esto último.
Los síntomas:
Siempre lo mejor, la
Maniobra de |
En
resumen
El oído, órgano localizado en el
"vecindario" de la boca y la nariz, se encuentra muy cercano para
que no sea afectado por lo que, a los otros dos sistemas
contiguos, aflige.
Para evitar sus complicaciones médicas hay que
mantener este vecindario tan estéril como tranquilo —
tratemos…
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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